CENTRO CULTURAL SAN FRANCISCO SOLANO

María Sánchez Fernández Úbeda

El amor y el cerebro

Siempre se ha dicho cuando hay un gran desamor que el corazón sufre, duele, que este se resiente cuando su portador ha sido rechazado por la persona amada. También se ha dicho que el corazón salta de gozo cuando esta persona se enamora y es feliz. ¿Es esto cierto? ¿El corazón tiene capacidad de albergar o rechazar emociones positivas o negativas? El corazón, pensando lo fríamente bien, es solamente una víscera que cumple sus funciones fisiológicas y para nada tiene que ver con las funciones emocionales.

Nunca llegué a creer que el corazón tuviera un cometido en el hecho de enamorarse o de sufrir un gran desamor, a no ser que este lata con más fuerza al encontrarse o sentirse cerca de la persona amada, o latir con menos intensidad cuando se libera de una tensión emocional. Pero claro está, estas di funciones siempre son ordenadas por el cerebro, que es la verdadera máquina que mueve nuestro cuerpo y también nuestra mente con la intervención indiscutible de la psique o del alma, (como mejor que ramos llamarla). El corazón solamente es un intermediario, aunque muy importante, en la fisiología de todo cuerpo animal. El corazón sólo bombea la sangre y nos hace vivir.

Pero bueno, ¿qué voy a decir yo que soy una total inexperta en las manipulaciones de psique, de ese hálito de vida tan especial que invade nuestro cuerpo al momento de nacer, para abandonarlo en el instante de morir, y que es capaz de mover emociones, deseos y sentimientos a través de unos órganos vitales? Pues sí, el cerebro y la mente, según los sabios griegos, son regidos por la psique que es la impulsora de trasmitir sus órdenes al cerebro y este a su vez transmitirlas a todas las partes del cuerpo animal.

Siempre pensé, y ahora lo ratifico, que el cerebro es el que ordena a los órganos reproductores el deseo de aparearse, y así el macho y la hembra, en los ciclos de apareamiento, según las especies, se atraen, se desean, y de ahí surge el amor sexual o la pasión animal. También está el otro amor más elevado o el sentimiento místico de entrega; de darlo todo por el todo, por algo o por alguien ¿Qué puede ocurrir con esto? Pues también pienso que es el cerebro el que nos lleva a situaciones altruistas haciendo que nuestra mente se desprenda de los lazos fisiológicos para alcanzar un precioso cenit. Esta se eleva a dimensiones inalcanzables logrando un intenso placer; una intensa paz. El corazón ahí, en esos casos de amor, no palpita con fuerza sino que se sosiega, no tiene ninguna alteración negativa. Ahí está actuando el cerebro con la ayuda de la mente. Son inseparables.

Mas ¡ay!, como haya un conflicto sentimental, una pérdida irreparable que rompa para siempre todo vínculo afectivo o corporal, el corazón puede pararse definitivamente, pero claro está, con la autorización y la orden del cerebro inducido por la mente. Ellos dominan todas las emociones. Ahí la psique abandona para la eternidad el cuerpo con todos sus órganos vitales y este se queda sin vida.



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